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lunes, noviembre 25, 2024

Costa Rica bajo la sombra de los femicidios


 En lo que va del año, Costa Rica ha sido testigo de una alarmante escalada de violencia de género que ha cobrado la vida de 21 mujeres, víctimas de femicidio. Las cifras no dejan lugar a dudas: dos femicidios al mes, con una tendencia que parece cada vez más incontrolable. 


La mayoría de estas mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas, una realidad que coloca a la violencia intrafamiliar como uno de los mayores flagelos sociales del país. Si bien las autoridades aseguran estar tomando acciones para frenar esta problemática, la verdad es que las estadísticas son desoladoras y las medidas siguen siendo insuficientes ante la magnitud del problema.




Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer; según el Observatorio de violencia de género contra las mujeres y acceso a la justicia del Poder Judicial, en el país cada día se registran un promedio de 142 solicitudes de medidas de protección por parte de mujeres que sienten que sus vidas están en grave peligro. Estos datos reflejan un clima de creciente desesperación entre las mujeres costarricenses, quienes se ven forzadas a recurrir al sistema judicial para intentar frenar una violencia que, en muchas ocasiones, se torna fatal. Sin embargo, el simple hecho de necesitar una medida de protección es una señal clara de que el ciclo de violencia ya está en marcha y el daño puede ser irreversible, tal y como ha venido sucediendo.


Este contexto de vulnerabilidad continúa creciendo debido a una serie de factores estructurales. En primer lugar, sigue siendo escaso el acceso efectivo a servicios de apoyo y protección para las víctimas, que enfrentan barreras sociales, económicas y psicológicas para salir de situaciones de abuso. A pesar de la existencia de leyes como la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres, que debería garantizar un marco de protección robusto, la aplicación de estas sigue siendo inconsistente, y las víctimas se sienten desprotegidas. Los mecanismos de prevención, aunque en constante revisión, no logran abarcar la magnitud del problema.



Además, la violencia de género en Costa Rica sigue siendo en gran parte invisibilizada. La narrativa de "la pareja celosa" o "el hombre impulsivo" sigue predominando, lo que, lejos de justificar las atrocidades cometidas, contribuye a normalizar el abuso y estigmatizar a las víctimas. 


En muchos casos, las mujeres no denuncian por miedo a represalias o porque sienten que el sistema judicial no les brindará la protección adecuada. Esto se refleja en la creciente cantidad de víctimas que recurren a las medidas de protección, pero también en los testimonios de muchas mujeres que, pese a haber alertado sobre sus agresores, se ven luego abandonadas por la misma institución que debió protegerlas.




Este panorama, además de ser un grave problema de derechos humanos, es una crisis social y cultural que exige una respuesta urgente y efectiva. Las autoridades deben ir más allá de la simple respuesta reactiva, ante el femicidio, y centrarse en prevenir estos actos de violencia antes de que se conviertan en tragedias. Esto implica no solo reforzar la legislación, sino también realizar un cambio profundo en las estructuras sociales que perpetúan la violencia de género.


La prevención debe comenzar desde la educación, en las aulas, en los medios de comunicación y en las campañas de sensibilización. Es necesario erradicar la cultura patriarcal que minimiza la violencia hacia las mujeres, entendiendo que cada femicidio es el resultado de una sociedad que aún no ha logrado desarraigar la discriminación y el machismo. En un país que se precia de ser progresista y democrático, no puede permitirse que estas muertes sean vistas como cifras más en la estadística.




La situación actual demanda de todos, autoridades, sociedad civil, y la comunidad internacional, un compromiso inquebrantable para poner fin a esta crisis. Si no se actúa con decisión y urgencia, las vidas de más mujeres seguirán siendo arrebatadas, y el ciclo de violencia continuará su espiral destructiva. 


Fotos con fines ilustrativos 





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